Convierte tus obsesiones en arte como Yayoi Kusama
Inspírate y aprende a sacar tus obsesiones afuera gracias a la expresión artística.
Antes de empezar este artículo, me gustaría confesarte algo: dudé en escribir sobre Kusama porque me parecía que hay muchas artistas con menos visibilidad que ella
Pero siento que profundizar en la obra de esta artista japonesa, puede servirnos para no quedarnos en la imagen superficial que ofrecen de ella las redes sociales y poner en valor su trabajo y su biografía.
¡Vamos allá!
Así fue la vida de Yayoi Kusama
Una no puede acercarse a la figura de Kusama sin abrazar a la niña a las que las violetas le hablaban, era maltratada y tenía ataques de pánico.
Nacida en el seno de una familia japonesa conservadora, tuvo una infancia infeliz. Su madre le obligaba a ir a espiar al padre cuando estaba con otras mujeres, le rompía los dibujos antes de que pudiera acabarlos, le insultaba y le presionaba para que se casara.
En 1958, deja un Japón asfixiante y se traslada a Nueva York. Su vida en la ciudad estaría marcada por el hecho de ser mujer y japonesa. Allí intentará conseguir el reconocimiento artístico, pero te voy a hacer un espóiler: no será nada fácil.
Cuando aún era sólo una joven artista, recibió la visita de Georgia O’Keeffe, y me gustaría que nos detengamos aquí un momento y profundicemos en la relación entre O’Keeffe y Kusama. Es pura inspiración.
Georgia O’Keeffe y Yayoi Kusama
En un mundo dominado por los hombres, el apoyo entre mujeres nos ha servido para preservar el arte femenino y tener nuevas generaciones de artistas.
La relación entre Kusama y O’Keeffe muestra lo importante que es para una mujer verse reflejada en otra mujer. Si Georgia O’Keeffe no hubiese contestado a la carta que se atrevió a enviarle una joven e inexperta Yayoi, esta jamás hubiese ido a Estados Unidos y seguramente hoy no conoceríamos su obra.
O’Keeffe le explicó lo difícil que era para una mujer entrar en el mundo del arte en Estados Unidos, pero le animó a mudarse a Nueva York y mostrar su obra a ‘‘cualquiera’’ que mostrara interés.
No se hicieron amigas, ni siquiera sé si podemos referirnos a ellas como mentora y discípula, pero O’Keeffe apoyó a Kusama, y siempre mostró interés en ella y su bienestar.
Sólo se vieron una vez. Me pregunto si fue suficiente,
Roba como un artista, hombre y blanco
La vida en Nueva York no estaba siendo fácil para nuestra protagonista. Las galerías no exhibían su obra, y a ella le costaba mucho hacerse un hueco en el mundillo.
Kusama podía ser muy perseverante, y finalmente, empieza a exponer con otros artistas. Lo que pasó no te sorprenderá.
En una exhibición, Kusama presenta sus «sillas fálicas»: unas estructuras hechas con telas rellenas creando esculturas blandas, lo que resultaba muy innovador en los años 60.
Al poco tiempo, el artista Claes Oldenburg, que hasta entonces no había hecho nada similar, empezó a hacer esculturas blandas.
Parecido le sucedió con Warhol y sus vacas, así como con Lucas Samaras que, unos meses después de que Kusama expusiera sus «Habitaciones Infinitas» hechas con espejos, presentó una obra llamada «Habitación de espejos». Solo con los nombres te puedes hacer una idea de cuán parecidas eran ¿Verdad?
Aquello le despertó una depresión profunda, sufrió alucinaciones recurrentes con sus lunares y, tras varios escándalos y un intento de suicidio, regresó finalmente a Japón.
Las habitaciones infinitas
Kusama trabaja obsesivamente el ritmo y la repetición. Su trabajo es sólido y gira alrededor de conceptos como el infinito, la muerte, la conexión, la salud mental y la energía creativa. En toda su obra puede observarse como regresa a estos temas una y otra vez, consiguiendo plasmar su mundo alucinante y psicodélico.
Sus habitaciones infinitas, creadas con espejos, luces, formas y colores, consiguieron algo muy innovador.
Aunque otros autores ya habían trabajado con la idea del infinito, lo habían hecho dentro de un cuadro enmarcado. Kusama, sin embargo, expande la obra más allá y nos mete a nosotras dentro. Es como entrar en la propia mente de la artista.
La obsesión como impulso creador
La vida y obra de Yayoi Kusama nos debe servir para visibilizar la salud mental de las mujeres creativas. No se trata de romantizar su «dolor», pero sí de poner en valor el deseo de expresarlo y la valentía de hacerlo.
Hablar de salud mental no es fácil. El estigma, la vulnerabilidad y la posibilidad muy real de que no nos tomen en serio, paralizan toda opción de expresarnos. Hace más de 60 años que ella ya hablaba sobre suicidio, traumas, alucinaciones, pánico y salud mental.
En los años 70, la artista se internó en un psiquiátrico, y siguió creando a partir de sus obsesiones. El éxito y la popularidad por la que tanto había trabajado le llegaron unos años después. Ahora es una de las artistas contemporáneas más famosas.
Si algo nos ha enseñado Kusama es que el arte es un buen motivo para levantarse, sentirnos vivas y florecer.
«Yo considero mi visión de la vida desgraciada y reflejo esos pensamientos en mi arte. Para sobreponerme a la enfermedad, he reflexionado sobre mi situación psicológica. Por medio del arte, he superado mi infelicidad» Yayoi Kusama
A partir de la obra y biografía de la artista de hoy se me han ocurrido muchísimos ejercicios creativos muy introspectivos,pero he decido que vamos a lanzarnos a dibujar nuestras propias obsesiones.
Dibuja tus obsesiones y déjalas atrás.
Este ejercicio no debes tomártelo como una terapia, para eso existen profesionales a los que puedes recurrir y guiarte en procesos concretos, pero sí va a servirte para expresar tu propia obsesión y dejarla metafóricamente atrás con una propuesta algo gamberra.
Este mismo ejercicio lo hice yo hace un año y te lo voy a explicar paso a paso a continuación:
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